Futurísmica Lab®

El agua no es un tema nuevo para el arte, pero vuelve con otra densidad. En un mundo donde empieza a medirse, cotizarse y restringirse, su presencia simbólica crece en el campo cultural. En exposiciones, residencias y proyectos curatoriales de distintas latitudes, resurge como materia, metáfora y territorio. Su presencia creciente revela algo más que una tendencia.

Detrás de cada gran idea hay una mente creativa que la diseñó, la sostuvo y la transformó en realidad. Pero cuando el sistema cultural precariza esos talentos, también está hipotecando su propio futuro. Pagarle bien a las personas creativas ya no es una cuestión moral: es una estrategia de sostenibilidad.

La redistribución del poder cultural ya empezó. Mientras las instituciones intentan reinventarse para no volverse irrelevantes, algo más profundo se está moviendo: los mecanismos de decisión sobre qué vale, qué se muestra y qué queda afuera. La cultura del futuro no se juega solo en los algoritmos o los formatos, sino en quién tiene la voz para imaginarla.

En un contexto donde la tecnología necesita dirección y sentido, invertir en artistas es una decisión estratégica para diseñar futuros con conciencia.

No solo se derriten glaciares o se incendian bosques. También se desmoronan las condiciones para imaginar, crear y sostener cultura. En esta nota conectamos los desastres climáticos con el colapso simbólico, y exploramos qué rol puede jugar el arte en un mundo que arde.

F- CONSUMER Los proyectos culturales más relevantes ya no apuntan a las masas, sino a comunidades hiper-nicho. Lo específico, lo afinado,...

Los museos se han convertido en mucho más que espacios de arte y conocimiento: hoy, son imanes para el turismo cultural.