top of page

La creatividad no vive del aire... ni del agotamiento

  • Foto del escritor: Futurísmica LAB
    Futurísmica LAB
  • 23 oct
  • 4 Min. de lectura

F-CONSUMER


Detrás de cada gran idea hay una mente que la imagina, la sostiene y la transforma en realidad. Pero cuando el sistema cultural precariza esos talentos, hipoteca su propio futuro. Pagar bien a las personas creativas ya no es una cuestión moral: es una estrategia de sostenibilidad.


Lo simbólico no paga el alquiler

La pasión y la visibilidad todavía se romantizan como formas de pago. ¿El resultado? Honorarios simbólicos, contratos intermitentes (cuando los hay), jornadas sin límite. Pero subpagar no es ahorrar: es externalizar un costo que termina cayendo sobre las personas creativas —con su salud, su tiempo o su motivación.


Y el impacto va más allá del individuo: equipos que rotan, procesos que se interrumpen y proyectos que no maduran. Lo que parece eficiencia financiera, es precariedad. Cada creador que se va en busca de mejores condiciones no representa solo una pérdida individual: es una fuga sistémica de talento. Se van ideas, redes, lenguajes. Se debilita el tejido cultural. Lo que no se paga bien, no se sostiene. Y lo que no se sostiene, se apaga.


Creatividad sin sustento = burnout asegurado

Un estudio de Creatives Rebuild New York reveló que cuando los artistas acceden a ingresos estables, dedican un 19 % más de tiempo a su práctica y reducen un 29 % la ansiedad. En Londres, más del 80 % del sector cultural consideró abandonar la industria por agotamiento o malas condiciones laborales (ArtsProfessional, 2025). El burnout ya no es una excepción: es la nueva norma de una economía que exprime lo creativo.


En América Latina, el panorama es aún más complejo. La falta de datos y estudios salariales específicos dificulta dimensionar con claridad la situación del sector cultural. Tarifarios desactualizados, marcos regulatorios difusos y estadísticas fragmentarias hacen que la precarización sea difícil de visibilizar… y, por lo tanto, de transformar.


El informe Economía Creativa: Empleo cultural y creativo en América Latina y el Caribe (BID, 2024) aporta evidencia concreta: más del 60 % del empleo cultural en la región es precario o informal, con ingresos insuficientes para sostener un hogar, según la línea de vulnerabilidad del Banco Mundial (13 USD diarios por persona).


Las mujeres están sobrerrepresentadas entre los empleos más frágiles y los trabajadores mayores de 40 años enfrentan mayor riesgo de inestabilidad. Incluso quienes cuentan con formación universitaria y experiencia profesional trabajan bajo esquemas inestables, mal remunerados o sin acceso a seguridad social. El propio BID advierte que esta vulnerabilidad económica exige rediseñar los sistemas de protección y seguridad social para el sector, si se pretende que la creatividad sea una fuente sostenible de desarrollo.


Otro informe El factor invisible (BID Lab y The Wellbeing Project, 2023) confirma el lado B de esta precariedad: 6 de cada 10 emprendedores culturales en la región presentan síntomas moderados de burnout y 3 de cada 10 sufren malestar psicológico severo. Las causas principales son la presión financiera (73 %), la sobrecarga de trabajo (53 %) y la exigencia de éxito rápido (50 %). El resultado es un ciclo perverso: la economía creativa demanda pasión y resiliencia, pero devuelve inestabilidad y agotamiento. El entusiasmo se convierte en combustible y en condena.


Incluso en países con políticas culturales activas, como Brasil o México, las brechas por género, clase y etnia siguen marcando los ingresos y la informalidad laboral continúa siendo la norma. La desvalorización creativa es global, y sus efectos también.


Y sin embargo, no hay que perder perspectiva: la cultura y la creatividad representan el 3,1 % del PIB mundial y generan el 6,2 % del empleo global (UNESCO, 2023). ¿Cómo puede un sector tan productivo sostenerse sobre condiciones tan frágiles?



Pagar bien es mirar más allá

En un contexto donde las prácticas laborales están bajo la lupa, subpagar también implica un riesgo reputacional porque las organizaciones que aún ofrecen “visibilidad” en lugar de remuneración no solo pierden talento sino legitimidad. Cuando pagar bien se asume como política cultural y no como utopía, el ecosistema creativo se fortalece y florece.


Invertir en condiciones justas es una apuesta inteligente al futuro. El retorno no está solo en la planilla de Excel: está en la calidad del proceso, en la continuidad del equipo, en la innovación sostenida. Crear rutas de crecimiento reales, beneficios adaptados al sector o modelos de ingresos garantizados son formas concretas de alinear intereses entre creativos, instituciones y financiadores. Cuidar a las personas es cuidar los proyectos.


Conclusión: la cuenta no cierra

Subpagar no es estrategia. Si queremos un ecosistema creativo que imagine futuros posibles, tenemos que garantizar que quienes los diseñan puedan sostener su presente. Pagar bien es un acto de visión.


Y aún hay algo más: la precarización del sector cultural ni siquiera está bien medida. En gran parte del globo faltan datos actualizados y sistemáticos sobre tarifas, condiciones laborales o sueldos reales en cultura. Esa ausencia de información también es una forma de invisibilizar el problema: lo que no se nombra, no se gestiona… y mucho menos se transforma.


¿Por qué cuesta tanto hablar de dinero en el sector cultural? Ese tabú sigue presente, aunque empieza a resquebrajarse. Cada vez hay más artistas, gestores y proyectos que abren la conversación, comparten tarifarios, señalan abusos y exigen condiciones reales para sostener sus prácticas.


Incluso las redes sociales, muchas veces acusadas de superficialidad, están cumpliendo un rol clave: cuando se publican convocatorias mal pagas o condiciones dudosas, los comentarios no pasan desapercibidos. Lo que antes era silencio hoy es denuncia, y eso también es síntoma de una comunidad que ya no se conforma y quiere transformar.


💡Sostener la creatividad no debería ser un acto heroico. Es hora de hacerlo posible, no excepcional.


💌 Si estos temas te importan tanto como a nosotros, sumate al newsletter y recibí cada mes una dosis de estrategia cultural: 👉 futurismicalab.com/newsletterfuturismicalab


¿Por qué cuesta tanto hablar de dinero en el sector cultural? 
¿Por qué cuesta tanto hablar de dinero en el sector cultural? Ese tabú sigue presente, aunque empieza a resquebrajarse. Cada vez hay más artistas, gestores y proyectos que abren la conversación, comparten tarifarios, señalan abusos y exigen condiciones reales para sostener sus prácticas y su creatividad.

Comentarios


bottom of page