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¿Y si la banda que escuchás no existe? El auge de la música creada por IA

  • Foto del escritor: Futurísmica LAB
    Futurísmica LAB
  • 1 jul
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 28 jul

F-TECH


En YouTube y Spotify están apareciendo canciones diseñadas para replicar los patrones de éxito del mercado: estructuras, melodías y estilos calculados para funcionar bien en las plataformas. Detrás de ellas no hay artistas de carne y hueso, sino algoritmos y productoras que diseñan hits artificiales.


Lo inquietante es que estas producciones ya compiten —y muchas veces superan— en reproducciones a las propuestas humanas. Algunas incluso cuentan con insignia de Artista Verificado en Spotify, acumulando cientos de miles de oyentes mensuales sin ninguna presencia fuera del entorno digital.


Esto no es futuro: ya está pasando. Las plataformas se están llenando de proyectos musicales generados por inteligencia artificial, sin integrantes reales, que logran viralidad con biografías y visuales creados para parecer auténticos. Lo que parece una búsqueda musical genuina puede ser en realidad una operación algorítmica diseñada por equipos técnicos y creativos, donde el contenido se ajusta a las reglas del mercado más que al deseo de un artista (¿o sí hay deseo de artista?).


Proyectos falsos, algoritmos reales

Una nota de El País destacó hace poco el caso del álbum Rumba Congo (1973), supuestamente grabado por la banda Concubanas. La historia detrás era tan rica como falsa: origen en La Habana, mezcla de música cubana y congoleña, disolución en 1992. En realidad, la música fue generada por IA, y el video incluye una aclaración final que indica que el contenido fue “alterado o sintético”.


También se menciona a Phantasia, un supuesto grupo de jazz progresivo japonés que suma miles de reproducciones en YouTube con álbumes inexistentes y perfiles creados por IA. Ambos casos provienen del canal Zaruret, que en pocos meses publicó más de 130 videos con música y textos generados artificialmente, alcanzando millones de vistas y decenas de miles de seguidores.


A nivel económico, el crecimiento de esta tendencia es notable: un estudio de la CISAC (Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores) estima que los ingresos por música generada por IA pasarán de 100 millones de euros en 2023 a 4.000 millones en 2028, lo que podría representar el 20% de la facturación global del streaming.


¿Qué lugar queda para lo humano?

En este escenario, la pregunta no es si la inteligencia artificial reemplaza a los artistas, sino cómo redefine la relación entre arte, autoría y algoritmos. María Teresa Llano, investigadora en creatividad e IA de la Universidad de Sussex, advierte sobre la falta de transparencia: “No hay forma de que la gente sepa si algo es resultado de la IA o no... Y existe un problema de responsabilidad, de comunicar con claridad si algo fue creado por una persona o una máquina”.


El rol de la comunidad creativa

Desde Futurísmica Lab® creemos que no se trata solo de criticar la música creada con IA, sino de preguntar quién la crea, cómo y para qué. Detrás de muchas de estas bandas "fantasma" hay personas reales: productores musicales, diseñadores de prompts, estrategas culturales. No es solo la máquina; es quién la programa. En muchos casos hay creatividad, intención y conocimiento técnico operando detrás de la cortina.


Este fenómeno también está sacudiendo paradigmas en la industria musical. Hoy cualquiera con las herramientas adecuadas puede hacer música, lo que genera entusiasmo por la democratización, pero también incomodidad en sectores que llevan años operando bajo otras reglas. Desde una perspectiva optimista, la IA amplía el acceso a la creación: como dijo Gustav Söderström, co-presidente de Spotify, la inteligencia artificial “incrementa la creatividad de la gente” porque ya “no necesitás tener habilidades finas en el piano” para componer.


Sin embargo, esta facilidad cuestiona el valor que tradicionalmente le damos a la técnica, al oficio y a la trayectoria. La IA democratiza, sí, pero también interpela: nos obliga a replantear qué consideramos "arte valioso" y por qué. Al final del día, crear con intención, con criterio y con voz propia sigue siendo una decisión, un manifiesto. Quienes destaquen por su enfoque más artesanal y genuino seguramente tendrán su nicho asegurado en medio de la sobreabundancia algorítmica.


Una acción para seguir pensando la música

Te invitamos a revisar tu vínculo con lo que escuchás (y con lo que producís): ¿cómo te posicionás frente a la automatización del arte? ¿Para qué queremos tanto contenido si no podemos conectar con lo que escuchamos ni tenemos tiempo para procesarlo? ¿Cuál es el sentido de crear música hoy?


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Cuando el sonido se ajusta a lo que retiene atención, el riesgo es que la creación se vuelva predecible, moldeada por la lógica del clic.
Cuando el sonido se ajusta a lo que retiene atención, el riesgo es que la creación se vuelva predecible, moldeada por la lógica del clic.

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