El arte no caduca a los 35
- Futurísmica LAB
- 19 nov
- 4 Min. de lectura
F-CONSUMER
Durante años, el sistema artístico instaló la idea de que la creatividad tiene fecha de vencimiento. Que después de los 35 ya no sos “emergente”, sino “tarde”. Pero mientras el mundo envejece y la edad promedio global alcanza máximos históricos, esa narrativa suena cada vez más fuera de tiempo. ¿Y si la verdadera madurez creativa recién empieza cuando dejamos de correr detrás de la juventud?
Adorados años tempranos
En muchas convocatorias y residencias artísticas aún aparece un límite que se repite como un mantra: 35 años. Es el umbral invisible que separa lo “nuevo” de lo “viejo”, lo “prometedor” de lo que “ya fue”.
Según The Art Newspaper (2022), este tipo de restricciones son parte de una “cultura del ageism” que invisibiliza a artistas +35 incluso cuando su obra está en plena expansión. Lo paradójico es que, en paralelo, el arte contemporáneo se llena de discursos sobre diversidad, inclusión y multiplicidad de voces, menos, al parecer, las de quienes tienen más edad.
Un mundo que envejece
Los números son contundentes: la población mundial está entrando una de las mayores transformaciones demográficas de la historia y países como Japón, Italia, Corea del Sur y España son un claro ejemplo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las personas mayores de 60 años pasarán de 1.100 millones en 2023 a 1.400 millones en 2030. Y el fenómeno ya es visible: en muchos países hay hoy más adultos mayores de 64 que niños menores de 5 años (Our World in Data).
Aun así, gran parte del sistema cultural sigue operando bajo un sesgo etario. Las convocatorias, los programas de formación y muchas narrativas institucionales continúan asociando innovación y originalidad con edades tempranas, como si el talento tuviera un límite.
La contradicción es evidente: ¿cómo puede un sector que se define por su capacidad de imaginar futuros seguir replicando estructuras que excluyen al grupo etario que más crece en el planeta? Si el mundo envejece, pero la cultura no actualiza sus modelos, ¿a quién está mirando realmente cuando habla de futuro?
Se agota el modelo del “arte joven”
Históricamente, el mercado del arte instaló el ideal del “joven talento” como sinónimo de frescura, novedad y potencial de inversión. Muchas oportunidades siguen diseñadas para trayectorias lineales que despegan entre los 20 y los 35 años.
Pero la evidencia actual muestra otra faceta. El informe Creative Ageing: What Next? de Baring Foundation revela que cada vez más personas desarrollan o retoman su práctica artística después de los 40, 50 o incluso 60 años, muchas veces tras carreras previas, interrupciones, o cambios vitales. Lejos de ser excepciones, estos perfiles son parte creciente del ecosistema cultural.
Aun así, el sector continúa operando con un modelo temporal estrecho: una idea de “inicio” que no contempla vidas no lineales. Como señala Anne Gallacher (Luminate), la asociación entre “lo nuevo” y “lo joven” es cultural, no real: todas las personas emergen —y re-emergen— creativamente a lo largo de la vida, pero el sistema sigue sin saber cómo recibirlas.
El futuro no tiene edad
El edadismo no surge de los datos demográficos, sino de las estructuras culturales que dictan quién “merece” ser visto como innovador.
Y nos preguntamos: ¿qué pasaría si las instituciones culturales dejaran de obsesionarse con “la próxima generación” y empezaran a mirar con atención a las generaciones que ya están creando? No se trata de desestimar lo joven —la juventud aporta energía, riesgo y nuevas lecturas—, sino de dejar de pensar que la innovación está limitada a una sola franja etaria.
El problema es que estos valores chocan de frente con la realidad: el mundo está envejeciendo y la base sobre la que se construyó el ideal del “futuro joven” ya no existe. Aun así, muchos siguen mirando hacia edades tempranas, incluso cuando el presente creativo es intergeneracional.
Entonces, ¿a quién están esperando exactamente? Si el futuro ya no es joven, quizás sea hora de aceptar que el campo cultural lo hacemos quienes seguimos creando, sin edad que condicione.
Economía longeva
Además, hay un dato que el sector cultural aún no termina de procesar: las generaciones mayores concentran gran parte del poder adquisitivo global y serán uno de los motores del siglo XXI. Varios estudios de tendencias lo llaman “economía longeva”: personas que viven más, consumen más y buscan experiencias culturales, estéticas y educativas con mayor frecuencia. Ignorar ese presente —y ese futuro— no solo es injusto: también significa dejar de mirar donde realmente se está moviendo la transformación.
Epílogo
Quizás ser artista hoy no se trate de llegar temprano, sino de sostener la curiosidad el tiempo suficiente para florecer una y otra vez.
El arte no se apaga con los años: se afina. Y lo que el sistema llama “fuera de edad” puede ser, en realidad, el momento justo para empezar.
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