El agua no es un tema nuevo para el arte, pero vuelve con otra densidad. En un mundo donde empieza a medirse, cotizarse y restringirse, su presencia simbólica crece en el campo cultural. En exposiciones, residencias y proyectos curatoriales de distintas latitudes, resurge como materia, metáfora y territorio. Su presencia creciente revela algo más que una tendencia.